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Liberación

Control del desarrollo de peso

Quién crí­a un vencejo juvenil, tiene que controlar diariamente el peso del acogido creciente. Para esto sirve una balanza de cartas, de dieta o de precisión.

 

Un vencejo pesa 2 a 3 gramos cuando sale del huevo, y alcanza un peso de 45 a 55 grs. durante los 40 a 45 dí­as del perí­odo de su desarrollo en el nido, también se conocen pesos hasta más de 60 grs. en algunos casos especiales. Hacia el fin del perí­odo en el nido el peso disminuye por algunos gramos. Los vencejos juveniles rehúsan más y más y vehementemente el alimento, adelgazan y cambian grasa por masa muscular. Haciendo „lagartijas“ intensivas, averiguan instintivamente su peso ideal por la proporción entre la envergadura de sus alas y su peso corporal. Entonces no hay que preocuparse o tomar „medidas coercitivas“ si el vencejo casi volantón de repente no quiere comer como corresponde. El adelgazamiento tiene su sentido: un peso pesado de 48 a 50 grs. tendrí­a bastante dificultad al despegar en el aire en el momento de liberación.

 

Desarrollo del peso de un vencejo juvenil de una crí­a natural (Weitnauer 1980) y de un pollo criado a mano en la clí­nica de vencejos.

 

Según estudios recientes los vencejos juveniles muestran este comportamiento también con sus padres. No son los adultos que reducen la alimentación de sus crí­os bien nutridos al final del perí­odo de desarrollo en el nido, como se pensaba hasta ahora, sino aquellos rehúsan los intentos paternales de alimentar, lo que induce a los adultos a traer menos comida al nido. Los juveniles volantones abandonan su nido sólo cuando hayan alcanzado la proporción adecuada entre la envergadura de las alas y el peso corporal. Por supuesto estos comportamientos sólo producen efecto bajo buenas condiciones meteorológicas y suficiente oferta de alimento.

 

Claro, un vencejo criado a mano, en lo posible, no deberí­a tener menos de 40 grs. en el dí­a de su liberación, para que disponga de reservas suficientes. Importante es que se fije en un desarrollo de peso continuo del vencejo y que controle con regularidad su estado de nutrición tocándole el esternón.  

 

Atención: hay vencejos extremadamente pequeños y extremadamente grandes. Por consecuencia, todas las indicaciones de peso son meramente relativas. Un vencejo pequeño y muy grácil de 35 grs. puede estar bien nutrido y disponer de un pecho bien redondeado, mientras que un ave muy grande del mismo peso, ya estarí­a al borde de la muerte por inanición y necesitarí­a inyecciones.

 

Diferencias extremadamente grandes en el tamaño de vencejos adultos: atrás: longitud del ala de 160 mm, delante: 185 mm (del morro del ala hasta la punta) © C. Haupt

 

¿cuándo es volantón, un vencejo juvenil?

 

Fuera del peso, determinadas señales indican con bastante seguridad el momento en que un vencejo juvenil esté dispuesto a volar:


-    Su comportamiento es muy inquieto y entrena cada vez con más intensidad su musculatura de vuelo. Sobre todo en las horas de la tarde es muy activo.
-    Regurgita la comida más a menudo y al final rehusa completamente el alimento. Haciendo „lagartijas“ intensivas, promedia su peso de vuelo ideal de la relación entre su peso corporal y la longitud de sus alas.
-    Se limpia obsesivamente y se pasa repetidamente las largas plumas primarias por el pico.
-    La caracterí­stica más fiable es el plumaje. Mire para ello en detalle la parte inferior de las alas y sople las plumas coberteras aparte: claramente destacan los cañones de pluma que recuerdan pequeños tubitos blanco grisáceos, de las cuales crecen las plumas primarias. Sólo cuando ya no se ve ninguno de estos cañones, las plumas son completamente desarrolladas.

 

Mientras que se ven los cañones de las plumas primarias, el vencejo juvenil todaví­a no es capaz de volar. © I. Polaschek
Todaví­a no volantón. Claramente visibles: los cañones de plumas © E. Brendel
Ya no hay cañones de pluma – este vencejo juvenil está listo para volar © E. Brendel

Si su vencejo muestra tales comportamientos, y si su plumaje está completamente desarrollado, está listo para abandonar su nido. En la naturaleza libre se sentarí­a ahora durante horas y dí­as mirando por el agujero del nido-cueva , al final estirarí­a más a menudo la cabeza hacia afuera y de repente se atreverí­a a saltar al vací­o. Vencejos silvestres lo hacen en la mayorí­a de los casos justo después de la puesta del sol.
Aquí­ deberí­amos apartarnos excepcionalmente de la naturaleza y efectuar el despegue del acogido en la luz del dí­a. Porque justamente el amigo de vencejos con todaví­a poca experiencia puede equivocarse una vez en el momento conveniente, o el ave todaví­a no está dispuesta a volar por alguna razón o es incapaz de hacerlo, porque tal vez una minusvalí­a, una lesión u otro impedimento previamente no habí­a sido diagnosticado. Si entonces hay un aterrizaje forzoso, se encontrará más fácil a un vencejo caí­do con luz de dí­a que al oscurecer.
Por la misma razón no deberí­a efectuarse una liberación sobre alta vegetación , p.ej. cerca de un campo de cereales o semejante terreno, y siempre es aconsejable tener a dos o tres personas ayudantes en sitios estratégicos y abiertos en la cercaní­a, para observar lo mejor posible el vuelo inaugural del pájaro acogido.


¿Cómo se efectúa la liberación?

 

Desgraciadamente sigue existiendo la falsa información de que hay que lanzar alto un vencejo para que vuela. ¡Nunca! ¡Cuántas veces el lanzamiento de vencejos todaví­a no volantones, heridos, debilitados o bajo choque, ha tenido las peores consecuencias! Bien es verdad que algunos vencejos juveniles están tan inquietos antes del despegue que al saltar de la mano se cae primero al suelo por tanta excitación; entonces su amigo humano le puede dar un pequeño impulso al segundo intento. Sin embargo hay que parar tales intentos enseguida si el pájaro también se cae al segundo y tal vez tercer intento, porque entonces una discapacidad no detectada hasta ahora parece ser muy probable (quizás la fractura de un hueso o la ruptura de un tendón) lo cual hay que diagnosticar radiológicamente.

Normalmente los vencejos, tanto adultos como juveniles, despegan tirándose de un lugar elevado y enseguida se alzan alto en el cielo. Al contrario de la opinión popular, cada vencejo desarrollado, sano y fuerte, puede despegar solo del suelo, si es que dispone de una „pista“ de 2 a 3 metros de longitud delante de si.

 

Ready for take-off. © C. Haupt


¿Qué tengo que tener en cuenta en el despegue de mi acogido?


Elija un terreno abierto, p.ej. una calle tranquila con poco tráfico que se puede vigilar bien o un pequeño campo deportivo. Vastos terrenos como campos o prados no son necesariamente recomendables, porque el despegue serí­a muy aislado y poco protegido, y el vencejo podrí­a terminar como ví­ctima de un ave rapaz (p.ej. halcón o gavilán). En la estrechez de una calle, en cambio, un vencejo despegando tendrí­a al principio un cubrimiento por las filas de casas, igual que en el despegue de su nido cueva natural.


¡cuidado con los halcones!
Es verdad que los halcones que cazan a otras aves son raras (p.ej. el alcotán o el halcón peregrino), pero los cerní­calos, que son bastante frecuentes y se reproducen intensamente, sobre todo en las zonas urbanas, cazando más a menudo a otras aves, pueden poner fin al vuelo inaugural de un vencejo juvenil todaví­a inseguro al principio.
Si en la cercaní­a del lugar de liberación ve a un halcón, sentado o dando vueltas sobre el terreno, debe cancelar el despegue de su acogido o buscarle otro lugar. Pero si el ave rapaz ataca de repente, sin que Ud. la habí­a visto antes, puede intentar de irritarle y ahuyentarle con gritos fuertes, golpeando las manos. Sólo cuando el vencejo ha logrado volar unos cientos metros, cuando ha ganado altura y certeza, un cerní­calo atacando casi ya no puede capturar a un tal acróbata del aire.


Colóquese en el terreno de despegue elegido contra el viento, para que su acogido al saltar tenga enseguida suficiente sustentación. Mete al vencejo en la mano plana, levántelo alto sobre su cabeza – y ¡tenga paciencia! ¡Tenga en cuenta qué evento más significante le espera al vencejo en este momento! Por eso, no lo apure o empuje , si tarda un momento. Si al contrario se mueve tí­midamente hacia atrás o se hincha como si tuviera frí­o, hay que parar el despegue e intentarlo otra vez uno o dos dí­as más tarde, porque entonces todaví­a no está dispuesto a abandonar el „hotel mamá“.

Pero en la mayorí­a de las veces un vencejo juvenil no le hará esperar mucho. Curioso y entusiasmado mirará alrededor; en su interior lucha el miedo del gran salto contra el anhelo de volar. Lo mejor es cuando otros vencejos dan vueltas y chillan en el cielo arriba: Esto le dará más ánimo. Y de repente empezará a temblar fuertemente, a encorvarse, expulsa otra vez excrementos – para saltar repentinamente de su mano ...

 

El joven vencejo mismo elige el momento del salto de la mano elevada. © P. Hartmann
El gran momento. Su primer aleteo en libertad, rumbo a su destino. ¡Alas sobre el mundo! © P. Hartmann

Es un momento emocionante y hace palpitar el corazón, ver como el ave joven primero va un poco hacia abajo, todaví­a inseguro, para después alzarse con fuertes aleteos, alcanzando altura con una rapidez increí­ble, ya empezando a cazar insectos y mostrando juegos en el aire como si nunca hubiera hecho otra cosa. Y seguimos asombrarnos de la rapidez con la que llegan otros vencejos, dando vueltas alrededor del nuevo para integrarlo a los vuelos veloces. A veces parecen acuciarle, como si tuviera que demostrar que es un „verdadero“ vencejo.


Complicaciones durante el despegue

Claro que muchas veces su acogido hace que su primer vuelo se parece a una novela negra colmando los nervios de Ud., porque puede que de repente abandone la ruta prevista de despegue que tení­a delante de si, y se va directamente por en medio de las casas o árboles, o se acerca a toda velocidad a una barrera arquitectónica u otro obstáculo. En la mayorí­a de los casos este increí­ble artista del vuelo, que es el más maniobrable de las aves, logrará esquivar a tiempo a posibles obstáculos y subirse al cielo, pero Ud. no siempre va a tener la seguridad completa. El que ya ha criado y liberado vencejos , también conoce las horas y dí­as de búsqueda con miedo, a veces en maleza impenetrable, en jardines con abundantes plantas y vastos campos sin fin. Y es increí­ble cuán rápido se puede perder un pájaro de la vista cuando vuela delante de un fondo oscuro, p.ej. árboles. .

Y naturalmente – también puede acabar mal. Vencejos despegando ya chocaron por razones desconocidas contra paredes de casas, colisionaron con unas lí­neas de alta tensión, volaron contra coches o cristales, fueron cazados por halcones, o –lo peor- aterrizaron en alguna parte y no fueron encontrados jamás. Esto es sin duda el fin más horrible que pueda tener el cuidado de un vencejo.


¿Se las arreglará en libertad, el vencejo criado a mano?

¡Sí­, lo hará! También los vencejos juveniles criados por sus propios padres y que abandonan por primera vez su nido, están sin ayuda y ya no tienen contacto con su padre y madre. Saben volar, cazar, conocen el camino a la región de invernación y saben instintivamente en qué pensar y cómo comportarse. No hay una fase de guí­a como en los pájaros cantores, así­ tampoco hay que acostumbrar a los criados a mano a la vida silvestre, como p.ej. un paro o un mirlo criado a mano por un ser humano. .

Si entonces su vencejo se sube al cielo, rumbo a su destino natural, puede quedarse tranquila sin preocuparse más de su bienestar. Todo lo que necesita para sobrevivir le es innato, a partir de ahora ya no necesita ayuda y se quedará durante dos o tres años casi continuamente en el aire. El año que viene volverá al lugar de donde se fue por primera vez para quizás mirar por un sitio de nido, si no le ha pasado nada.


¿Liberación tardí­a? ¿Transporte? ¿Invernación?
A menudo ocurre que los demás vencejos ya se han ido de la región, sobre todo cuando tenemos acogidos de crí­as tardí­as. Si su vencejo no es volantón antes de septiembre o aún más tarde, podrá todaví­a liberarlo sin preocuparse, pero tiene que elegir un dí­a caluroso con sol. Es imprescindible seguir el pronóstico meteorológico para las regiones más al sur para evitar que el vencejo se acerque a un frente de mal tiempo.

Se da por probado que los vencejos de las populaciones del oeste de Europa migren por Alemania del Sur, Francia, España y Gibralta a Africa, pero también hay una ruta hacia el sureste, sobre los Alpes. Su ruta a la región de invernación le es innato al vencejo juvenil, y como se observan de vez en cuando a vencejos aislados migrándose en octubre y noviembre de las regiones de latitudes septentrionales, puede que encuentre compañí­a en su camino. No es aconsejable soltar a vencejos juveniles españoles más tarde que a finales de octubre / principios de noviembre, o si hace mal tiempo ya antes durante todo el mes de septiembre, con lluvia y frí­o constante. En este caso habrí­a que buscar un camino para transportarlo en coche, tren o avión a una región al sur con mejor tiempo.

Pero tratar de invernar a un vencejo sano y capaz de volar por mal entendida previsión, sólo porque piensa que no hay otra posibilidad, serí­a con mucha propabilidad su muerte segura. Su musculatura del vuelo se disminuirí­a, se enfermerí­a corporal y mentalmente y languidecerí­a, estando solo en cautiverio y sin sus congéneres. La anatomí­a de un animal que está hecho para la carga continua del vuelo non-stop tampoco soporta una inmovilidad permanente en una caja. Por consecuencia se manifestarí­an defectos del plumaje, callos, problemas respiratorios, y mucho más, y no en último término una creciente propensión a infecciones de bacterias y hongos, porque la defensa inmunitaria de un vencejo en cautiverio se debilita rápidamente.


Si tiene un acogido que le llegó muy tarde en el año, póngase en contacto con nuestra organización (si en castellano, por correo electrónico). En la clí­nica de vencejos tenemos mucha experiencia con pacientes de larga estancia, se sabe qué hacer, y el tratamiento médico está garantizado. Además se realizan con regularidad en otoño e invierno transportes al sur, que le permiten a un vencejo que ha perdido el enlace, realizar todaví­a el despegue hacia el sol y la libertad.

 

 

 

Cuando ya no hay salvación

El vencejo es una criatura del cielo, y los que ya han observado estas aves, los vuelos libres y feroces de los adultos, y el afán obvio de los juveniles de alcanzar la vastedad del cielo, saben que no puede haber otra vida para ellos. Mantener un vencejo en cautiverio serí­a un maltrato irresponsable, fuera de que está estrictamente prohibido por ley y será sancionado. Se menciona aquí­ porque sigue ocurriendo que un vencejo se quede incapaz de volar por una u otra de las razones descritas antes. En estos casos, justo los amigos de animales, que con mucho esfuerzo y labor han criado tal pájaro, que lo han cuidado y que quieren mucho, ponen a menudo la pregunta, si el animal que está por lo demás sano, no podrí­a vivir al menos en cautiverio.

La respuesta tiene que ser: ¡no!

Recuerde la manera de vivir de un vencejo. Serí­a inimaginablemente cruel negarle a este volador permanente la inmensa libertad y los vuelos con sus congéneres. Una tal existencia, atrapado y alimentado a la fuerza, es peor que la muerte para un vencejo, y si ha observado el comportamiento de su acogido, sabrá por qué.

Distánciese de un sentimental y falso amor a los animales, que en realidad sólo no quiere apartarse de su objeto siendo egoí­smo puro. Porque el pájaro no siente nada de su lástima que le tiene a él, y sólo sabe que tiene que sufrir. Y por tal razón un vencejo, sea adulto o juvenil, que ya no puede vivir su vida en libertad como corresponde, deberí­a ser anestesiado y eutanasiado indoloramente por un veterinario. En un tal caso eso es la más grande merced y lo único que puede hacerle de bien para su amigo plumado, porque vivir no siempre es lo mejor. Y no, si ya no es vida para esta ave muy especial. Claro que no es fácil, sobre todo, cuando uno ha cuidado al animal durante mucho tiempo y con muchos sacrificios, y lo lleva dentro del corazón. Pero justamente por eso:

¡No piense en si mismo al tomar esta decisión, sino en „su“ vencejo, y no le exija la tortura de vegetar solo e indigno en cautiverio!

 

Queda sólo una caricatura de si mismo: vencejo muy enfermo, apático y muriendo, después de dos años en cautiverio en soledad , psí­quicamente agotado, ya no se puede salvar… © Clí­nica de aves de Gießen

Buchenstraße 9
D-65933 Frankfurt

Tel.:+49(69)35 35 15 04
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